La grandeza de nuestro planeta se encuentra en su biodiversidad, en la cantidad de seres vivos que forman sus ecosistemas y los enriquecen. A grandes rasgos, los ecosistemas en la Tierra se dividen dos: acuáticos y terrestres. En este caso nos aventuramos a describir más a fondo el primero de ellos, el ecosistema acuático, y cómo está cada vez más amenazado.
Qué es un ecosistema acuático
Todo ecosistema se compone de dos partes, una biótica en la que se incluyen todos los seres vivos (animales, vegetales, bacterias, hongos…) y otra porción abiótica, sin vida (clima, superficie, agua, aire, temperatura…).
Esta definición es extensible a todos los ecosistemas pero si hablamos de los acuáticos, en la porción abiótica es imprescindible la presencia del agua como el medio en el que conviven todos los seres vivos.
Podemos diferenciar dos tipos de estos ecosistemas:
- De agua salada, denominado también como ecosistema acuático marino. Es el tipo que encontramos en mares y océanos, compuestos por agua salada.
- De agua dulce, aquel ecosistema marino de un río, un lago o una laguna. Es el que aparece dentro del continente.
Esta es la típica diferencia que se da al explicar qué es un ecosistema acuático para niños en la escuela, un conocimiento que dura toda la vida pues todos conocemos la diferencia entre ambos y cómo el denominador común es el agua.
Cómo estamos dañando los humanos a los ecosistemas acuáticos
El gran daño del ser humano en los ecosistemas acuáticos se produce por la continua vertida de residuos al agua. Ya sea por los vertidos de industrias y fábricas, por accidentes petrolíferos, por contaminantes agrícolas o por desechos humanos, el agua supone un gran vertedero de residuos.
Es posible que la contaminación no quede ahí, sino que retorne a los ecosistemas terrestres por el ciclo del agua. Los contaminantes químicos se evaporan y pueden volver a aquellos que los crearon, supone una de las formas principales de contaminación ambiental.
Además del daño de los productos químicos, se conoce que el 10% de los plásticos que consumimos tienen una segunda vida en el mar y que terminan allí, flotando y dañando a cada componente de los ecosistemas acuáticos. La fauna acuática se ve tremendamente amenazada por estos plásticos, se producen cantidad de asfixias y enredos con sus restos que dificultan un desarrollo normal de su vida.
Según las observaciones, las grandes animales marinos también sufren, ocurre que las pequeñas partículas de los residuos se posan sobre las algas y el plancton. A la vez que daña a estos seres vivos, cuando los animales de mayor tamaño los consumen, ingieren una alta cantidad de productos de desecho, nada beneficiosos para su salud.
Para acabar con esta lacra, las sanciones sobre los vertidos contaminantes al mar deberían ser mucho más estrictas. Al mismo tiempo, en nuestras propias manos está el no tirar residuos que puedan acabar dañando a otros seres vivos.
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