Usamos muchos términos para referirnos a la comida basura: fast food o comida rápida, alimentos ultraprocesados o términos referidos a alimentos edulcorados como pueden ser las chuches. En muchos países hispanoparlantes también se la conoce como comida chatarra.
Con tantos nombres, muchas veces metafóricos, diferentes, es normal no tener claro cuándo se trata de comida insana y qué alimentos solamente son aptos para un consumo ocasional. No nos referimos a alimentos caducados, rescatados de contenedores de desechos, ni a algo obtenido en un desguace, sin embargo, sí sabemos que la comida basura daña nuestra salud aunque, por otro lado, es difícil resistirse a ella. ¿Qué es la comida basura? ¿Por qué es tan apetecible? Y, sobre todo, ¿es cierto que debe formar parte de nuestra dieta en pequeñas dosis?
Índice de contenidos
Qué es la comida basura
No te dejes confundir por el término fast food. Un huevo pasado por agua se prepara en un momento y no es comida insana. Sin embargo, es cierto que mucha comida chatarra se prepara con rapidez, de modo que vamos a ver qué es comida basura y qué no.
Hablamos de comida basura para describir los alimentos con poca cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un alto contenido de grasa poco saludables, azúcar y sal. Estos tres ingredientes están presentes en muchas dietas modernas y causan estragos en la salud, y tampoco se libran de ellos los que llevan una alimentación vegana. Además, al contrario que otros alimentos como los frutos secos, altamente calóricos y que deben consumirse con moderación, los que forman el grupo de la comida basura son completamente prescindibles.
Estas son sus características
Resultaría injusto establecer una lista con nombres de alimentos o platos, juntos con los argumentos contra la comida basura, porque en realidad lo que hemos de mirar no es el sabor ni el tiempo que lleva su preparación, sino cuáles son las materias primas y cómo se han manipulado para llegar a nuestro plato.
¿Una pizza es fast food? Depende de cómo la hayan preparado.
El término nuevo que habla de alimentos ultraprocesados para referirse a comida insana, tampoco es determinante. Muchos ultraprocesados son ricos en azúcares, sales y grasas trans, o presentan residuos que, con el consumo continuado a lo largo de los años, dañan la salud. Sin embargo, hay alimentos que deben ser procesados para asegurar su seguridad alimentaria. Entonces, ¿dónde está el límite?
Vamos a ver una serie de características habituales en lo que llamamos comida chatarra. No siempre se dan todas a la vez.
- Son alimentos que han sido modificados en su contenido nutricional para conseguir unas propiedades organolépticas y unas sensaciones en el paladar determinadas. Para ello, se suelen añadir azúcares y grasas saturadas o trans, que aportan untuosidad.
- Estos alimentos poco sanos, sobre todo cuando se consumen en cantidades grandes o a menudo, sustituyen a ingredientes tradicionales o se presentan en cantidades que no tienen más justificación que la de crear adicción.
Por ejemplo, el aceite de oliva no produce la misma sensación de untuosidad que la mantequilla de leche o las margarinas hidrogenadas. - Al elaborarse con ingredientes de bajo coste, su precio en el mercado es asequible. Pasa a ser la opción para el desayuno o la merienda de personas con poco poder adquisitivo en algunos países.
- Suelen venderse con envases llamativos, para captar la atención de los niños y para destacar entre los otros alimentos del mismo tipo. Algunos aditivos como ciertos aromatizantes buscan fidelizar al cliente para que busque una y otra vez ese tipo de producto de una marca concreta. Podemos ver esto si preguntamos a consumidores de bebidas gaseosas muy azucaradas: casi todos tienen una marca preferida.
Por qué la comida rápida crea adicción
Los alimentos muy ricos en grasas disparan los receptores del placer en el cerebro de manera similar a como hacen algunos opioides. No sabemos si esto fue, en su momento, una ventaja adaptativa, al invitar a saciarse con las partes más ricas en grasas cuando los antiguos humanos lograban cazar.
Por otro lado, el azúcar funciona de manera similar, pero más marcada. Sin embargo, durante años hemos estado pensando que los azúcares libres, no los presentes de manera natural en frutas o verduras y dentro de una dieta equilibrada, no eran tan peligrosos. El motivo fue un soborno en una investigación clínica, ¡todo un escándalo!
Descubierta la relación entre el consumo de grandes cantidades de azúcar y enfermedades coronarias asociadas solo a la ingesta de dietas ricas en ciertos tipos de grasas, se pasó a medir el poder adictivo del azúcar en ratas y ratones. Es más elevado que el de las grasas, dándose muchas veces una adicción simultánea a los alimentos ricos en grasas y en azúcares.
Muchos de los productos de repostería, palomitas con mantequilla o caramelizadas, hamburguesas de muchas cadenas rápidas y muchas salsas que acompañan a estos alimentos cumplen una a las dos condiciones para ser adictivas. Algunas personas presentan mayor predisposición que otras a la hora de desarrollar estas y otras adicciones con pocas exposiciones, pero, a día de hoy, la mayoría de la gente desconoce si su cerebro es propenso o no a volverse adicto.
Y cuidado con abusar de alimentos ricos en azúcares de manera natural como los dátiles. Su consumo en elevadas cantidades funciona exactamente igual en nuestro cerebro que si endulzamos con mucha miel o sacarosa. La solución pasa por no acostumbrar al paladar a estos sabores, para poder saciar posibles antojos con alimentos de toda la vida o con porciones muy pequeñas de comida chatarra: una onza de chocolate o una cucharadita de cualquier edulcorante no es lo mismo que ingerir 30 gramos de azúcares o de grasas saturadas.
Argumentos en contra de la comida basura
Tu salud y la de los tuyos se resiente
Llevar una alimentación desequilibrada es causa de muchas enfermedades. Algunas, como las carencias de ciertos micronutrientes o las dislipemias, se manifiestan en un plazo de tiempo corto, mientras que otras, como la obesidad, a veces se va gestando desde la infancia. En la infancia formamos nuevos adipocitos, de modo que un niño obeso va a ser un adulto con mayor dificultad para mantenerse en su peso.
Los alimentos ricos en sal de mesa, como las conservas, elevan la tensión arterial. Cuando somos jóvenes, puede no tener importancia porque hay personas con la tensión un poco baja, pero la hipertensión es un asesino silencioso de efectos acumulativos, que endurece las arterias de forma irreversible y predispone a sufrir accidentes cerebrovasculares.
Como en el caso de los niños obesos, el pronóstico frente a la hipertensión arterial suele ser menos favorable en personas que arrastran este problema desde la juventud. También son más propensas a elevaciones agudas, que ponen en riesgo inminente la vida.
Merma la esperanza y la calidad de vida
Alimentarse mal, con mucha comida chatarra, nos predispone a sufrir también una serie de enfermedades no letales, aunque sí molestas. Desde caries hasta osteoporosis, deterioro articular (casi siempre por artrosis) y dolores crónicos, varices y diabetes.
La diabetes es responsable de la mayor parte de casos de ceguera adquirida y no debida a un accidente en los países desarrollados.
En algunos casos, incluso puede haber cierto deterioro cognitivo y problemas emocionales alentados por el consumo reiterado de comida basura.
Desventajas de la comida rápida incluso con el consumo ocasional
No sucede nada por consumir comida rápida de manera ocasional, si lo hacemos de forma consciente. Si no somos capaces de disfrutar de un pedazo de pastel el día de una celebración especial, podemos caer en la ortorexia.
Sin embargo, el mayor peligro de la comida rápida está en quitarle importancia a su consumo. Es sabrosa, nos quita el hambre aunque muchas sea tras un atracón y la consume tanta gente como para llegar a un punto en el que evitarla puede suponer un problema a la hora de tener vida social.
Muchas personas asocian ese consumo, en principio puntual, con una experiencia placentera y no hay nada malo en ello. Cuando pasamos por malas rachas emocionales y se nos presenta este tipo de comida como un premio o una válvula de escape, es cuando deberían saltar nuestras alarmas. Recuerda que la comida basura es altamente adictiva, cosa que no sucede con otros alimentos muy energéticos pero saludables, como los frutos secos o el aguacate, porque además de las calorías nos aportan micronutrientes interesantes.
Otras opciones para evitar comer fast food
Reeduca tu paladar
Los grandes consumidores de té y de café lo consumen sin azúcar, para apreciar sus matices. El azúcar y los alimentos muy sazonados van atrofiando las papilas gustativas, haciendo que necesiten señales más intensas para percibir el sabor.
La buena noticia es que este proceso es reversible. Si vas rebajando lentamente el dulzor o el contenido graso o salino de tus alimentos hasta unos niveles razonables, volverás a degustar los alimentos como cuando eras niño o joven. Por ejemplo, una manzana sera una deliciosa fruta dulce.
Si te cuesta creerlo, haz la prueba. Date un margen de al menos 6 meses, para que la transición no te cause ansiedad o abstinencia.
Identifica si tienes hambre real
Muchas veces no comemos por hambre, sino para dar placer al cerebro, y no para tal fin no hay nada más efectivo que la comida chatarra. Aprende a saber cuándo sientes hambre y cuándo es aburrimiento o tristeza.
Especias en lugar de sal
Si la comida te resulta insípida por el paso de los años o por alguna condición especial, prueba a no depender de la sal y el azúcar e introduce especias en tus platos. Mejorarás el aroma y el sabor.
Muchas personas que deben retirar la sal de manera brusca por motivos de salud, lo sustituyen por un poco de cúrcuma o curri. En cuanto al azúcar, a veces un toque de canela logrará engañar a tu paladar atrofiado por tanto dulce.
Disfruta de la comida
Disfruta de cada bocado, sin pararte a pensar en si es más o menos saludable. Fíjate en los matices de sabor y aromas, también su retrogusto. Y mastica bien la comida, consúmela despacio, sin engullirla.
Todas estas estrategias te permiten disminuir el riesgo de quedarte enganchado a algún tipo de comida chatarra.
La comida basura afecta negativamente a la salud de niños y mayores y tienen un fuerte componente adictivo. Por otro lado, suele ser barata y presentarse con envases visualmente atractivos.
Si tu cerebro o tus papilas gustativas ya se han adaptado a este tipo de alimentos y no disfrutas de la comida normal, puedes reeducarlos. Evitar el consumo de comida chatarra es una inversión en salud y en calidad de vida.
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